Rocio Aguilera
1/5
Pongo una estrella porque es obligatorio para poder dejar la reseña, pero me parece demasiado.
Más de 400 vuelos y 9 millones de afectados por una incidencia y no pudieron venir 3 chicas a la despedida. Carlos, que es nuestra persona de contacto, no solo no empatizó en absolutamente en nada, si no que con excusas baratas ("la comida ya está encargada la tenéis que pagar") no nos ayudó en absolutamente en nada.
Teníamos concertado un pack de actividad en barco (menos mal que faltaron 3 de las 8, porque en ese barquito tan pequeño no hubiéramos cabido), banana, cena y discoteca.
La actividad, la banana. Teníamos reservado Paintball, y con las bajas que habíamos tenido, le pedimos una y otra vez que si podíamos cambiar la actividad, porque no íbamos a jugar 4 personas al paintball. Se negó una y otra vez, diciéndonos que claro que podíamos jugar, y que nos lo íbamos a pasar muy bien, como si fuéramos tontas, poniéndonos en todo momento en situaciones muy difíciles de gestionar. De verdad que muy muy mal. Solo hasta que el chico que lleva la actividad de la banana le dijo, que cómo íbamos a jugar 4 personas solo al paintball, y gracias a él, nos lo cambiaron.
El barco pequeño. Aquí tenemos que hacer una excepción, porque el patrón del barco fue espectacular. Amable, simpático, y se adaptó a nosotras en todo momento.
La cena, por llamarla de alguna forma... En un bar llamado Pachamama. Nos pusieron de comer como animales: carne de mil tipos, en una fuente grande. Mucha de la carne quemada. Grasienta a mas no poder. Patatas fritas con mas aceite que patata.
La bebida era "ilimitada", pero todo, como desde el principio, tenía trampas. La cerveza en jarra grande, malísima y muy caliente. Pedimos vino y para que no viéramos que era de tetrabrik, nos la traen en una botella de cristal. El menú no tiene ni postre, y nos pusieron unos chupitos que eran imbebibles. Realmente, la peor comida que recordamos las 5 de nuestras vidas y el servicio, del tebeo.
La discoteca: Café del Mar. Supuestamente hay dos, a las que teníamos nosotros acceso vip (me estoy riendo mientras escribo lo de vip) es a la discoteca Café del Mar que está en un polígono en una nave industrial. Entramos solo para ver, porque sabíamos que viniendo de la gran capacidad de venta de Carlos, tenia mas letra pequeña todavía. Optamos por supuesto, por ni entrar porque ya teníamos bastante con todo lo que nos estaba pasando con esta empresa y con Carlos.
En definitiva, un día tan especial y tan importante como es una despedida, se enturbia por el afán recaudador sin escrúpulos y sin la empatía necesaria para ver que este tipo de experiencias tan malas son únicas en la vida de una persona.
Por supuesto, desaconsejo cualquier acercamiento tanto con Carlos como con la empresa o empresas que venden algo que luego NO es.